La convocatoria de elecciones en Madrid por Ayuso y el panorama político resultante, tras abortar el PP la maniobra orquestada por el RR -Richelieu Redondo- del Sultán Sánchez, han marcado la actualidad de los últimos días. Y es que en Moncloa les salió medio rana la estratagema de provocar un tsunami político en las Comunidades Autónomas gobernadas por PP y Ciudadanos. Puesto que el dinero de la Unión Europea es demasiado goloso como para que parte de él pueda ser dejado en manos de Comunidades gobernadas por el partido de la oposición, empezaron en Moncloa a pensar demasiado. Para colmo, los ciudadanos hemos tenido el privilegio, una vez más, de comprobar la baja estatura moral de nuestros políticos. Fue Soto Ivars, puente de comunicación entre el delirio de la realidad -put supra digital a Juanjo Millás- y las redes sociales, quien posteó en Twitter un extracto de vídeo de María Jesús Montero, que sin apenas inmutarse, se llevaba las manos a la cabeza por tamaño atrevimiento e imprudencia, que la reina escoja. Acusaba a Ayuso de irresponsabilidad por la convocatoria de elecciones, obviando la Portavoz del Gobierno, lo que tan sólo hace unas semanas ella misma sostenía sobre las de Cataluña, al defenderlas como seguras para la ciudadanía. ¿Por qué las elecciones en Madrid han de ser menos seguras que las de Barcelona? Una respuesta posible es que la pateleta no obedezca más que al hecho de que no se hayan fiado, en el seno en Moncloa, de la capacidad de arrastrar votos -dejénme decirlo así- de su propio candidato; otra es que al PSOE y a Más Madrid les haya pillado con los pantalones bajados y no lo esperasen. Valga decir que lo que debería estar en el centro del debate público es que el contradecirse de tal manera por parte de un miembro del Gobierno, en este caso la Ministra de Hacienda y Portavoz del Gobierno, debería ser un delito invalidante para el desempeño de cualquier función pública.
El resultado de la historia, tras el asana político, recuerda a una historia del Chavo del 8: Ciudadanos, gobernando en Murcia, se provoca una moción de censura a sí mismo y acaba votando en contra de sí mismo a su moción de censura. Y no digo que la corrupción, sea donde sea, no deba ser denunciada a toda costa, pese a quien le pese y caiga quien caiga, pero el camino que el lobo de Sánchez le indicó a la Caperucita de Arrimadas no era el más corto, sino el más peligroso. Se dice que con todo esto Ciudadanos saltará por los aires dentro de poco. Ya se escuchan corrimientos de tierra en algunos despachos de la formación naranja. Lástima que dentro de ellos se comience ya a ignorar a Cantó, pues sólo un actor podría desenmascarar realmente a un farsante experto en embaucar a unos y a otros -ustedes saben de quién les hablo-. Ayuso, viendo las barbas de su vecino cortar, se apuró en convocar elecciones lo antes posible, algo que se mantiene pese al berrinche inicial de la oposición, de nuevo lenta en sus acciones. Sin embargo, las elecciones las carga el diablo, y su convocatoria puede, no sólo modificar el escenario político madrileño, sino también servir de ungüento para que el centro derecha vuelva a aglutinarse en el PP o movilizar al electorado de izquierdas, cansado de llevar un año en pijama por la pandemia. Algunos periodistas, se apresuraron a calificar la decisión de Ayuso como una jugada maestra. Está por ver, pero lo que está claro es que el tiro en el píe de Ciudadanos le ha salido por la culata al PSOE.